Luego de muchos años de oscuridad, Argentina vio la luz un 30 de octubre de 1983 cuando Raúl Alfonsín resulta electo presidente de la Nación argentina. Un país cuya necesidad más urgente era volver a creer en la paz, la unión, la consolidación de las instituciones de la República y la plena vigencia de los derechos humanos, intenciones reflejadas en lo que el mismo definía al invocar como rezo laico el Preámbulo de nuestra Constitución Nacional “…con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino…”.
Fue así que se durante el gobierno de Raúl Alfonsín puso en marcha la política de derechos humanos más importante de la historia del mundo, se juzgó en tribunales civiles a los genocidas de la junta militar y se creó la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) cuyo informe permitió, y sigue permitiendo luego de 37 años, recuperar identidades.
“El Congreso Nacional aprobó el Pacto de San José de Costa Rica de derechos humanos, se derogó la Ley de Censura, se ratificó la Convención contra la tortura de la ONU, Ley de Defensa de la Democracia, se comenzó el proceso de integración económica con Brasil, Uruguay y Paraguay que daría origen al Mercosur, se firmó el Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile poniendo fin al conflicto limítrofe entre ambos países, la Ley de Divorcio Vincular y la patria potestad compartida entre otras tantas iniciativas”.
Lamentablemente, a 37 años de aquella patriada, hay algunos sectores de la política que no han entendido la importancia de preservar ese legado por sobre toda diferencia, incentivan la confrontación ciudadana, el avasallamiento sobre los Poderes del Estado y las instituciones de la democracia, los mismos que en esos años, cuando la democracia pendía de un hilo, no dudaron en asestar golpes certeros encarnando 13 paros generales y más de 1500 huelgas sectoriales”.Estoy “persuadido”, como diría Raúl Alfonsín, que la mezquindad, la ambición, el egoísmo e irresponsabilidad de quienes privilegiaron intereses personales y sectoriales por sobre el bien común, tuvieron mucho que ver con tantos años que siguieron de sufrimiento, desigualdades y divisiones entre los argentinos.
Deseo desde lo más profundo de mi corazón deseo que este 37° aniversario de la recuperación de la democracia, sea un día de reflexión en el que podamos entender que las diferencias planteadas desde la valoración por el otro, y en pos del bien común, no son motivo de desunión, todo lo contrario, contribuyen a la construcción de un país y una sociedad mejor. Hoy, más que nunca, los argentinos estamos llamados a sostener los pilares de esta democracia que tanto nos costó conseguir, no debemos permitir que quienes la pusieron en peligro en el pasado, lo vuelvan a hacer en el presente.
Carim Peche (Diputado Provincial del Chaco – UCR)