Ante esta dura realidad es que la concejal radical María Teresa Celada creó mediante la Ordenanza N° 13329 la campaña municipal “Te Creo”, de prevención y concienciación sobre el Abuso Sexual en la Infancia.
Sobre la problemática Celada comentó, “estamos ante un delito casi invisible, poco detectado y denunciados. Esto responde a varios factores, uno de ellos es que la detección del niño que fue o está siendo víctima de abuso sexual depende de escucharlo, es la única evidencia del abuso cometido en su contra, porque no suele haber testigos ni lesiones físicas o una conducta específica que funcionen como indicios”.
Y continuó mencionando, “por ello resultan tan importantes las campañas de concientización, los programas de detección temprana y tratamiento dirigidos tanto a las víctimas como así también a aquellos niños y adolescentes que presentan una conducta sexual problemática, ya que sin tratamiento existen riesgos de que puedan llegar a ser agresores sexuales en su vida adulta”.
“Asimismo, la dificultad de detectar el abuso y buscar tratamiento y justicia no sólo responde a la falta de denuncias y desamparo de los NNyA, sino también porque ellos mismos con frecuencia callan por miedo, culpa, impotencia, desvalimiento o vergüenza y luego del abuso se sientan cómplices, impotentes, humillados y estigmatizados, convirtiendo el abuso en un trauma psíquico que se potencia con el paso del tiempo, cuando la consciencia de lo sucedido es mayor”.
En el último tramo la edil afirmó, “es imperioso que tanto los menores como la población adulta, sepa que desde 2015 se encuentra vigente la Ley Nacional N° 27.206 de Respeto al Tiempo de la Víctima –aplicada por primera vez en Chaco en 2019- que modificó el Código Penal extendiendo el efecto de la Ley Piazza de 2011, pues dispone que los plazos de prescripción para los delitos contra la integridad sexual y delitos de trata cometidos contra víctimas menores de 18 años -que tiene una vigencia de 12 años- comienza a correr recién cuando se presenta la denuncia, independientemente de la edad de la víctima y del tiempo transcurrido desde los hechos”.
“Esto posibilita que, si la víctima no puede procesar lo que ocurre, o no está en condiciones de defenderse por depender de la representación legal forzosa de algún familiar adulto quien, en muchos casos, podría identificarse como el propio agresor, luego de alcanzada la mayoría de edad, pueda romper el silencio y exigir justicia para que su agresor no quede impune”, finalizó.