Aún con la alegría mundialista a flor de piel elijo centrar mi atención en los jóvenes, si como sociedad tomamos de ejemplo a los 26 jugadores que nos llevaron a ser campeones mundiales, vamos a ver un conjunto de valores dignos de copiar, nos enseñaron que de los errores se aprende, que las adversidades se superan trabajando en equipo, y entre tantas otras cosas, que para lograr objetivos es fundamental el estar enfocado, tener disciplina, educación y entrenamiento.
Mucho se habla de los jóvenes ni – ni (ni estudian, ni trabajan), uno de cada cuatro jóvenes argentinos de entre 18 y 24 años no estudia ni trabaja. Hay una inexistencia de políticas públicas que incentiven a estudiar y enseñen a trabajar, como lo explican del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA), los jóvenes no terminan la escuela secundaria. Entonces, como abandonan, no pueden seguir estudiando y tampoco están capacitados para tener trabajo. Es muy difícil conseguir empleo en el mundo tecnificado actual.
El problema de los jóvenes que no estudian ni trabajan no es de ahora, pero se exacerbó en los últimos años, llegando a una cantidad cercana al millón y medio de personas. Este problema requiere de manera urgente, políticas de formación para el mercado de trabajo, acotadas, flexibles, que puedan complementarse en el futuro. Sin capacitación, estos jóvenes están destinados a la marginalidad, en un momento en que será fundamental tener trabajadores calificados si queremos ir hacia el desarrollo.
Estoy convencida que los jóvenes son completamente IN, porque quieren estar IN-cluidos en grupos solidarios para hacer frente a las carencias que visibilizan en cada uno de sus barrios y estar IN-volucrados en los cambios reales, ya que son inquietos si de propuestas voluntarias para ayudar al prójimo hablamos. A ellos hay que observar y acompañar para que contagien esos valores a muchos más y consigan a través de su trabajo estar IN-sertos en el mercado laboral estable.
Estimo que, desde el Estado, hay que hacer un análisis exhaustivo para conocer lo que quieren y sienten, y así proporcionarles las herramientas. Se deberían articular las necesidades de desarrollo local con esta potencial mano de obra y en ese marco definir qué formación precisan. No solo por ellos, sino por el futuro de nuestra sociedad.
Es importante reconocer que la educación es el pilar fundamental para que la provincia, la ciudad, las familias y las personas consigan los mejores logros, las mayores oportunidades y porque no, los ingresos diferenciales que tanto requieren para la vida digna que todos merecen.
Debemos entender que no todos los jóvenes se desentienden de las diversas problemáticas sociales y políticas que vivimos, solo esperan expectantes un estímulo que les proporcione una mirada al futuro que desean.
Para aquellos que quizás no consiguieron en su unidad familiar reunir los valores y las referencias necesarias, es tarea del Estado dárselas, a través del acompañamiento con políticas influyentes e inspiradoras para que sean ciudadanos con capacidad de razonamiento y puedan así continuar defendiendo nuestro sistema democrático.
Sé que nuestra obligación como adultos es reconocer el potencial que los jóvenes poseen. Desde mi lugar intento todos los días fomentar la participación de ellos en las actividades sociales, educativas, políticas y escuchar sus inquietudes, sus propuestas, sus deseos, porque es fundamental que se sientan comprometidos a cambiar conductas inadecuadas para que nos permitan mejorar como sociedad.Recibí las principales noticias en tu celular. Sumate a nuestro canal !
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