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Opinión

Debemos instalar en la agenda institucional la lucha contra la Explotación Sexual y Tráfico de mujeres y niños

Por María Belén Quijano Yedro (Juventud Radical Convergencia Social Resistencia)

El Día Internacional contra la Explotación Sexual y tráfico de mujeres y niños (que se conmemora cada 23 de septiembre) fue instaurado por la Conferencia Mundial de la Coalición Contra el Tráfico de Personas en coordinación con la Conferencia de Mujeres que tuvo lugar en Bangladesh, en enero de 1999. Tiene como objetivo fundamental denunciar las prácticas abusivas que son el tercer negocio ilegal más lucrativo del mundo, luego de las armas y las drogas.

La explotación sexual y la trata de mujeres constituyen un atentado contra la dignidad de quienes las padecen, carga contra los Derechos Humanos más elementales, contra valores como la integridad y la libertad; y contra la vida misma.

La pandemia y la emergencia sanitaria, económica y social obligó a tomar medidas para consolidar y promover a niños y adolescentes como sujetos de derechos y promover particularmente, un uso seguro y responsable de Internet. Este último se ha convertido en un medio para el ejercicio de múltiples derechos, uno de ellos el de la Educación, a través de las clases virtuales en todos sus niveles; pero junto con ello, se ha registrado un incremento de los riesgos asociados a su uso en lo relativo a la explotación a través de la pornografía y otras formas de abuso sexual en línea que pueden derivar en situaciones de explotación; como el grooming, por ejemplo.

Esto generó nuevos escenarios que facilitaron las condiciones de reclutamientos de las redes de trata y disminuyeron las posibilidades de detección y denuncia de casos. Sin embargo, la problemática no estuvo instalada en las agendas institucionales ni comunicacionales de la mayoría de los países, empeorando, aún más, la vulneración de derechos de millones de personas en situación de explotación, precariedad y violencia; generando un retroceso en los logros alcanzados hasta el momento.

Ahora bien, la trata de personas con fines de explotación sexual, no puede combatirse únicamente desde el enfoque de la seguridad, sin comprender que se trata un fenómeno multidimensional, implicado con otras problemáticas, y que se presenta de distintas formas en diferentes partes del mundo. En este sentido, se deben atender la afectación a los derechos fundamentales de sus víctimas, que incluye no solo a mujeres sino también a niñas, niños y en menor medida, a hombres. A su vez, su relación con la pobreza estructural, las situaciones de discriminación y violencia por género, raza o etnia que se dan en distintas culturas, la necesidad de migrar en búsqueda de mejores condiciones de vida; entre otras cuestiones.

Entiendo que la trata de personas con fines de explotación sexual debe adquirir mayor visibilización, no solo en las agendas políticas y en los medios de comunicación, sino también en las escuelas. Esto nos permitirá abordar dicha cuestión de manera integral, atendiendo las condiciones estructurales, históricas y culturales afianzadas en las distintas sociedades.

Se torna necesario escuchar las voces de las personas que han sido víctimas de este flagelo, en un mundo que se rige por la ley de la oferta y la demanda y que continúa comercializando y cosificando seres humanos.
María Belén Quijano Yedro (Juventud Radical Convergencia Social Resistencia).

 

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